(recomendado leer con
)
Despertar es una maldición, una maldición tan virtuosa como el elixir de haber renacido en el fuego depurador de la consciencia; buscar quemarse bajo las llamas del deseo a un mundo que no nos pertenece ni al que pertenecemos, rompiendo con las pieles que nos aferran al mundo subyugado por el sueño infinito que nos adormece, quebrando los dobleces del alma, cruzando todos los velos que nos apartan de nuestra esencia máxima , una esencia acogida por los dioses , elevada por cadenas universales, titanicas palabras que retumban en las noches infiles, pero que copulan con nuestro insomnio , condenándonos al reproche.
Despertar es el motivo existencial del peregrino empedernido pero la duda como arma nos corrompe y hace que la vida en su cerrojo no encaje ni abroche ¿como saber si despertaste... después de creer conocer la verdad un tormento en la pesadilla mas insolente te visita para caer tan profundo en un atardecer enardecido,que las llagas que dejan tus visiones , en las palabras de los libros se sienten inconscientemente, una puesta con luces estelares llenándote de dudas aun agobiantes, un cuestionamiento incontrolable que te somete a las mas decadentes ansiedades; y es que por ello he de decir que un despertar, tan solo uno en un millon está maldito, cuando la penumbra agobia el desbordante beso de la inquietud los demonios bailan un bolero que solo la impotencia de salir de los albeldaderos donde se esconden las sombras y se escabullen las mentiras terminarían el compás de bailes incesantes con la muerte y su renacido retumbar; no habría mas razones para obedecer a la consciencia si dormir fuese el futuro de quienes se conforman con la vida que les toca, pero si tal vez ese fuese el destino y despertar es una forma colérica para someter el cuerpo en los rieles de la locura, tal vez dormir no es mas que el mismo despertar, un deseo efímero a la verdad que nos inunda, un paso por un mundo que imaginamos y al cual le entregamos nuestra cordura y su estabilidad.
Y es que descubrir el crepúsculo de la mañana en una estrella donde ves el pasado en la sádica noche, una noche que te acompañaba sin reproches, violenta velada nocturna entumece los albores del derroche; proyecta en el firmamento un elixir incontrolable, una entonación que te lleva hasta jupiter en las mieles de virtudes incesantes; pero observar como un manto de niebla cubre las consciencias del mundo,te desgarra a tal punto de encogerte entre tus carnes para hacerte objeto de incredulidades y solo te provoca hacerte mudo y tragarte tus propias verdades, la soledad solemne que acompaña tu inconsolable altar al que veneran tus pensamientos, pensamientos infames que la humanidad despreciará a tal punto de asesinar todo rastro de intenciones de ayudar al despertar de otro inquieto discípulo por conocer la verdad.
Hijo del condenado, padre de la curiosidad, heredero de la duda; exciliado impuro, despojo de los desechos de la modernidad; no temas al designio de la inmortalidad, por que en la verdad se ciernen los excelsos hilos de la eternidad, allí en tu poderosa consciencia donde abunda la mas fragante voluntad, aquella que te ayuda a levantarte aludida por la fe de intentarlo una vez mas; que por el despojo de los males que acechan a las generaciones que por obligación fuiste sometido, nacerá la solemne corona de un héroe imantado atesorando el universo que recorren sus nervios , la constelación a la que perteneces te llama,grita tu nombre desesperadamente, que cumplas bajo el símbolos de la realeza impenetrable para finalmente encontrar el descanso que has estado esperando.
No desfallezcas ante la insolencia del hombre insulso y testarudo, el tiempo te venerará con el palpitar de tus palabras y honrarán tu nombre al pasar de los años, cruzaras la cumbre cargando la cumbre de los desalmados, por que el camino que transitas te escogió antes de tu conocer como andarlo, así las huellas imborrables de la memoria guiaran la brújula en tu sangre, donde llegarás sin importar el costo a una muerte o de mil vidas que comprando un boleto al paraiso de los innombrables te entregaste.
Sagrado acto, la llama del conocimiento te pertenece, yace en tu estirpe... jamás la abandones.
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